Kenwood House
Esta joya del siglo XVIII se encuentra en Hampstead, al norte de Londres, un área privilegiada que cuenta, además, con uno de los parques semi-naturales más visitados y apreciados de Londres: Hampstead Heath. Había oído hablar de este lugar alguna vez, pero nunca le había puesto mayor atención hasta que pregunté a una amiga nacida y criada en Londres. Simplemente pregunté “¿Qué me puedes decir de Kenwood House?” a lo que ella contestó: “Muchas veces, fui de paseo por el exterior y nunca me había dado por entrar. Un día, finalmente, entré y me encantó su arquitectura y los cuadros que tienen. Deberías visitarlo, te va a gustar.” Como siempre que me recomienda lugares acierta de lleno decidí seguir su consejo y a la mañana siguiente me estaba dirigiendo a Kenwood House:
Tras caminar durante unos minutos por un paseo algo encharcado – como no podía ser de otra manera, llueve, esto es Londres- alcanzo a ver la mansión y me dirijo hacia la entrada. En el hall hay una mujer de mediana edad, pálida, con ojos claros y voz suave que me da la bienvenida y me pregunta si he estado antes en la mansión. Respondo que no mientras inspecciono cada milímetro de la sala, en la que predominan dos tonos de azul y blanco en las paredes, puertas y el techo, contrastando con la madera oscura y la moqueta roja del suelo. Hay también una chimenea, varios cuadros y una escultura de claro estilo neoclásico. Charlo durante unos minutos con la mujer, que es una voluntaria, y avanzo hacia otras áreas de la casa.
Cada rincón tiene algo especial y en cada habitación hay una voluntaria que me explica quiénes son las personas de los cuadros y me cuenta anécdotas de la historia inglesa lo cual, junto al hecho de que no es un lugar abarrotado de turistas, hace que la experiencia sea muy especial. Sigo avanzando por la casa, maravillada con cada rincón y cada detalle y llego al “Gran Salón”/ “Biblioteca”, donde quedo maravillada con la composición de la sala, creada por Robert Adam entre 1767 y 1770. Claro ejemplo del neoclasicismo inglés desplegado en una superficie rectangular con un ábside semicircular en los dos extremos y techo abovedado. Paredes en azul pastel y techo en azul y rosa pastel con detalles en blanco. Paso alrededor de 20 minutos en esta sala, intentando capturar cada ángulo, maravillada por su belleza. Mi actitud llama la atención de la voluntaria de la sala, quien se aproxima a hablar conmigo. Charlamos durante varios minutos hasta que me dirijo a otras salas y a la segunda planta, donde me encuentro con una curiosidad. En una de las habitaciones menos llamativas - pintada en un uniforme tono rojo – reparo en la chimenea, que tiene detalles de llamativa influencia china. La voluntaria de la sala se da cuenta de mi “hallazgo”, se aproxima y comenzamos a hablar. Me explica que esta “modesta” sala antes había sido una “habitación china” y que las paredes y los muebles eran un claro ejemplo de Chinoiserie británica, probablemente similar al Royal Pavilion de Brighton. Al parecer, años después, la habitación fue modificada de nuevo pero la chimenea quedó intacta. Avanzo hacia la habitación contigua donde un voluntario me comienza a explicar los detalles de los cuadros de la habitación en cuestión. Con motivo de los cuadros, surge la cuestión del Catolicismo en Inglaterra y Catalina de Aragón. En este momento de la conversación, le hago saber al hombre que soy española, lo que le lleva a empezar a hablar de lo maravilloso que es el Prado y de lo fascinante que es España para una persona que disfruta del arte.
Después de un largo periplo y de volver sobre mis pasos varias veces para poder disfrutar un poco más de las salas que ya he visitado me dirijo a las últimas habitaciones, donde se pueden apreciar un Rembrandt y un Van Dyck, entre otros. Sin embargo, me fascina más el hecho de que en esta casa creció un personaje muy interesante de la época, Dido Belle, a quien se conoce como “la primera aristócrata negra de Gran Bretaña”. Hija de John Lindsay, un adinerado oficial de la marina inglesa, y Maria Belle, una esclava negra- a quien se concedió la libertad- de las Indias Occidentales Británicas (Caribe). Dido creció en Kenwood House, junto a su tío abuelo, el primer Conde de Mansfield, y fue educada y bien recibida por la familia. Curiosamente, el Conde de Mansfield, quien fue, además, Presidente del Tribunal Supremo, fue un precursor del abolicionismo en Inglaterra.
Salgo de la mansión pensando en lo privilegiada que soy por haber podido visitar el lugar -que es, además, gratuito- en lo que parece una visita “personalizada” gracias a la magnífica labor de las personas voluntarias. También me pregunto cuántas de las personas que visitan Londres saben de la existencia de este lugar y cuántas personas lo visitarían al saber de su existencia. Tal vez es una joya que no todo el mundo apreciaría y, tal vez, por eso es especial.